¿Por qué elegir muebles antibacterianos para una oficina? Porque son una ayuda pasiva y constante en los espacios más transitados: mesas de recepción, sillas de aula, zonas comunes. No sustituyen la limpieza, pero sí reducen la presencia de bacterias en superficies que tocan muchas personas cada día.
Un entorno limpio y ordenado no solo previene enfermedades; también favorece la concentración y el bienestar. Y aunque la higiene regular es indispensable, contar con mobiliario fabricado con materiales o recubrimientos antibacterianos refuerza esa labor diaria de forma continua y discreta.
Opciones de muebles antibacterianos
Hoy en día, casi cualquier tipo de mueble puede incorporar tratamientos antibacterianos: desde mesas y sillas hasta paneles acústicos o taquillas. Ya sea para oficinas, espacios educativos o zonas de espera, existen soluciones pensadas para reforzar la higiene sin renunciar al diseño ni a la funcionalidad.
A continuación, te mostramos algunos ejemplos concretos que destacan por su eficacia y versatilidad:
Mesa KEA Folding
Una mesa plegable, móvil y fácil de agrupar, ideal para salas polivalentes. Su estructura es configurable en múltiples acabados, y puede incorporar superficies tratadas para dificultar la proliferación bacteriana. Compacta, funcional y preparada para un uso intensivo.
Silla Spacio
Diseñada para entornos de formación y colectividades, combina ligereza, resistencia y un diseño sencillo. Todas las superficies pintadas de su estructura metálica cuentan con tratamiento antibacteriano. La silla Spacio es una opción práctica para aulas, salas de espera y zonas de alto tránsito.
Silla MIT
Fabricada en una sola pieza de espuma de poliuretano, la silla MIT destaca por su resistencia, comodidad y facilidad de limpieza. Disponible en múltiples colores y formatos —incluyendo bancada, taburete o silla con pala de escritura—, es perfecta para espacios donde la higiene y la flexibilidad son claves.
Silla L’Oria
Ergonómica y moderna, está pensada para puestos operativos y espacios directivos. Su versión tapizada incluye tejidos con propiedades antibacterianas, además de ser ignífugos y con absorción acústica. Una silla de alta gama con prestaciones técnicas que aportan confort y seguridad.
Bancada de espera Passport
Ideal para zonas comunes y áreas con gran circulación de personas. Sus componentes metálicos pintados incluyen tratamiento antibacteriano, y la estructura de poliuretano moldeado proporciona ergonomía y durabilidad. Passport está preparada para un uso intensivo sin renunciar a la estética.
Panel fonoabsorbente Fiber
Estos paneles decorativos no solo reducen el ruido ambiental: están fabricados con fibras de poliéster tratadas para evitar el crecimiento de bacterias. Disponibles en varios modelos, se adaptan a cualquier tipo de espacio y aportan confort acústico e higiene pasiva.
Taquillas fenólicas
Construidas con tableros de alta densidad y superficie no porosa, resistentes a impactos, humedad y productos de limpieza. Las puertas pueden fabricarse con opción antibacteriana e ignífuga. Estas taquillas son perfectas para vestuarios, oficinas, centros educativos o sanitarios.
Ventajas de los muebles antibacterianos
Como ya se dijo al principio del artículo, los muebles antibacterianos no reemplazan la limpieza. La complementan. Su ventaja es que ofrecen protección constante, incluso en los días en que no se realiza mantenimiento.
Entre sus beneficios, destacan:
- Mayor higiene sin intervención constante: la acción antibacteriana funciona de forma continua.
- Menor riesgo de contagios indirectos: clave en espacios de uso compartido o alto tránsito.
- Refuerzo de imagen: transmiten profesionalidad y una preocupación activa por el bienestar.
Más que agua y jabón
La pregunta que puede surgir es: ¿cómo funciona realmente este tipo de mobiliario? La respuesta está en los materiales y acabados que lo componen. Existen varias formas de integrar propiedades antimicrobianas en los muebles, y todas actúan con un mismo objetivo: dificultar el asentamiento y la reproducción de microorganismos sobre las superficies.
En algunos casos, es la propia materia prima —como plásticos técnicos o laminados especiales— la que incorpora agentes antimicrobianos durante el proceso de fabricación. En otros, son los recubrimientos, como pinturas epoxi o barnices, los que incluyen componentes activos, generalmente iones de plata o cobre, conocidos por su acción bactericida. Incluso los tejidos y tapicerías pueden tratarse para ofrecer una resistencia adicional frente a bacterias y hongos.
La acción no es inmediata, pero sí constante. Estos componentes inhiben el desarrollo microbiano entre limpiezas, lo que ayuda a mantener una higiene básica en zonas de uso compartido, como sillas de espera, escritorios o salas de reuniones.
Una oficina que cuida de las personas
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